jueves, 30 de marzo de 2017

Las cadenas del destino, de Sebastian Roa


Como dije en la reseña de La loba de Al-Andalus, el primer libro de la trilogía almohade de Sebastián Roa, un buen libro nunca es demasiado grande y un libro malo nunca es lo bastante pequeño. Después de leerme las tres entregas del escritor aragonés, me ratifico en lo dicho. Es más, una buena trilogía es un libro en tres tomos y da igual el número de páginas que acumule: si es bueno, es bueno.

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Lo único malo de esta tercera entrega es que ya sabes cómo va a acabar en la parte histórica y sólo cabe sorprenderse con la parte novelada. Aquí son clave los personajes de Velasco, el calatravo que huye tras la derrota de Alarcos y se convierte en un escritor clave en la historia de España; y Raquel, la prostituta hebrea que se convierte en embajadora-espía de la corona castellana.

La parte novelada trata con respeto la realidad y sólo hace más interesante la realidad histórica. Roa casa su historia con la Historia, con maestría, y te hace pasar de una a otra sin que llegues a saber donde empieza una y acaba la otra. Conseguir este resultado sólo es posible con un ímprobo trabajo de documentación previo para armar la estructura de la novela y una evidente habilidad para crear y contar su historia.

Mi consejo es disfrutar de la trilogía libro a libro con la tranquilidad de saber que si te ha gustado el primero aún te quedan dos más. Lo que no puedo decir es qué hacer cuando te has leído los tres, porque te vas a quedar con una tremenda sensación de vacío que sólo podrás curar con otra buena lectura...

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