jueves, 1 de octubre de 2015

Días de perros, de Gilles Legardinier

No soy muy lector de humor. Lo reconozco. No creo en la literatura de humor. Los críticos siempre prometen unas reacciones tremendas en las que no puedes dejar de reirte mientras lees. Y yo, la verdad, todavía no he encontrado ese libro del que hablan. Supongo que soy un iluso que se cree las reseñas de las editoriales o un incrédulo que pide el imposible de reirse  con un libro. No lo se. Pero no suelo leer humor porque esos libros rara vez me hacen reir.

Dicho esto, tampoco voy a recomendar que os ahorréis el dinero de Días de perros, porque me lo he pasado bien leyéndolo. Insisto, no te vas a partir de risa, pero sí vas a pasar un rato entretenido. Sí te advierto que los mejores momentos del libro son de eso que llaman humor inteligente o humor inglés, y que en una película no pillas.

Legardinier es francés y su libro saca mucho partido a las malas relaciones históricas entre ingleses y franceses, a las etiquetas que se han puesto unos a otros. Por eso, quizás en España su libro no sea tan gracioso y en el Reino Unido la crítica le muela a palos.

Bromas aparte, el gato Mephysto no es tan protagonista como nos hacen ver en la reseña editorial. Es más, no se parece ni en pintura al gato de la portada. En Planeta le han querido dar tanto bombo al hecho de que se trate de un libro de humor que no se han preocupado ni de sacar al minino correcto.

El resto de personajes son un poco extraños al principio para poder ofrecer situaciones absurdas, pero terminan siendo gente normal y corriente. El giro que ofrece la novela parte de situaciones cómicas de puro ilógicas hasta llegar a la normalidad de las relaciones sociales. Muchas de las sonrisas tienen un origen intimista, por lo que resultan sinceras. Ya digo, me lo he pasado bien y ha sido una lectura agradable.