jueves, 30 de marzo de 2017

Las cadenas del destino, de Sebastian Roa


Como dije en la reseña de La loba de Al-Andalus, el primer libro de la trilogía almohade de Sebastián Roa, un buen libro nunca es demasiado grande y un libro malo nunca es lo bastante pequeño. Después de leerme las tres entregas del escritor aragonés, me ratifico en lo dicho. Es más, una buena trilogía es un libro en tres tomos y da igual el número de páginas que acumule: si es bueno, es bueno.

las-cadenas-del-destino
Lo único malo de esta tercera entrega es que ya sabes cómo va a acabar en la parte histórica y sólo cabe sorprenderse con la parte novelada. Aquí son clave los personajes de Velasco, el calatravo que huye tras la derrota de Alarcos y se convierte en un escritor clave en la historia de España; y Raquel, la prostituta hebrea que se convierte en embajadora-espía de la corona castellana.

La parte novelada trata con respeto la realidad y sólo hace más interesante la realidad histórica. Roa casa su historia con la Historia, con maestría, y te hace pasar de una a otra sin que llegues a saber donde empieza una y acaba la otra. Conseguir este resultado sólo es posible con un ímprobo trabajo de documentación previo para armar la estructura de la novela y una evidente habilidad para crear y contar su historia.

Mi consejo es disfrutar de la trilogía libro a libro con la tranquilidad de saber que si te ha gustado el primero aún te quedan dos más. Lo que no puedo decir es qué hacer cuando te has leído los tres, porque te vas a quedar con una tremenda sensación de vacío que sólo podrás curar con otra buena lectura...

lunes, 6 de marzo de 2017

Asesinato en la catedral, de Edmund Crispin

asesinato-en-la-catedral
Gervase Fen es un detective aficionado, pero tiene la prepotencia de un investigador reconocido. Es una especie de Hércules Poirot egocéntrico y neurótico, muy bien pagado de sí mismo. En una de sus vacaciones a la costa en la que se le presupone dedicado al estudio de los insectos, se topa con el curioso asesinato de un organista catedralicio. Como las cosas nunca son como parecen, la localidad sufre del espionaje de algunos miembros pro alemanes y mantiene el gusto por las misas negras descafeinadas y algunas costumbres oscuras de tiempos remotos que sirven para decorar la investigación de Fen.

La obra en este punto es costumbrista y refleja la sociedad inglesa de la Segunda Guerra Mundial, con una serie de personajes extraños y excéntricos, tanto o más como el mismo Fen. También, hay algo de cera para los alemanes, quizás como propaganda política.

La obra es entretenida, pero no termina de ser una novela policíaca del tipo Agatha Christie, ni ofrece el sentido del humor de P.D. Wodehouse, como nos quieren hacer ver en la editorial. Edmund Crispin se queda a medio camino entre ambos autores y no llega a la altura de ninguno de ellos. Asesinato en la catedral se puede leer sin buscar en ella la novela policíaca de Christie o el humor de Wodehouse. Personalmente, no buscaré las demás aventuras de Gervase Fen en las estanterías de una biblioteca, ni mucho menos en las de una librería.