martes, 27 de octubre de 2020

El mercader de libros, de Luis Zueco


Una novela histórica, con notas de novela negra y de viajes. Así es como podemos describir El mercader de libros, la obra de Luis Zueco que gira en torno Thomas Babel, un alemán que viaja por toda Europa hasta llegar a Sevilla, donde investiga la desaparición de un libro sin relevancia comercial. Sin embargo, ese libro desconocido y de un autor menor le cuesta la vida a una persona que se interesa por localizar un ejemplar y permite descubrir la Sevilla que se convertía en la capital de España y en la urbe más importante de Europa. 

Zueco te hace viajar por la Europa de Carlos V cuando empiezan a conocerse las maravillas del Nuevo Mundo en un momento histórico en el que sólo los españoles pueden embarcarse hacia América. La Historia dice que la Edad Media termina con el descubrimiento de América, pero la imprenta es coetánea a este evento y muchos le discuten que sea el factor clave en el cambio histórico.

Los amoríos fallidos de Thomas son la excusa que le impulsa a viajar, junto a su pasión por los libros y las imprentas, y las cosas que le cuenta su padre sobre las islas de las especias, por lo que en El mercader de libros hay un poco de todo. 

En líneas generales es una novela con muchos aspectos interesantes entre los que se cuentan una buena documentación previa, una narración ágil y entretenida, unos personajes creíbles y unos sucesos razonables. Además, si no sólo te gusta leer sino que también te gustan los libros y las historias que originan El mercader de libros te proporcionará unas horas de placentera lectura. No ha sido la primera vez ni creo que sea la última que escribimos una reseña de Luis Zueco. 

viernes, 16 de octubre de 2020

Un fuego azul, de Pedro Feijoo


Un fuego azul es una novela negra que va de menos a más. Te atrapa inicialmente por lo macabro de las primeras víctimas y el excesivo celo de los verdugos, pero mantiene y eleva tu atención después en la medida en que conoces la historia que hay detrás. En realidad, llega un punto en el que todo el sadismo que se aplica a las víctimas a la hora de su muerte podría estar 'justificado'.

 Personalmente, creo que hay tal exceso de violencia en el motor de los asesinatos que el lector acepta el sadismo que se ejecuta en los mismos. Y eso no me gusta. Si era o no el objetivo del autor al escribir la novela lo desconozco, pero creo que el horror vivido que impulsa los crímenes es tal que el lector llega a aceptar toda esa violencia posterior. 

Quizás sea por eso por lo que alguno de los personajes me patina. Me cuesta creer que alguno de ellos no muestre más matices de inconsistencia y anormalidad cuando pretenden ser personas anónimas. Después de todo por lo que han pasado que aún sean capaces de vivir sin cicatrices sicológicas y hacerse pasar por una persona más, me cuesta. 

En cualquier caso, me lo he pasado bien leyendo Un fuego azul y me encantará conocer otras opiniones. Por último, creo que el título se diluye y no pasa de ser una anécdota de poco peso en la novela. Echo en falta que al final del libro no se haga una nueva referencia a ese fuego azul que justifique el título y la haga más redonda.