
En la última entrega vivimos una novela negra parecida a la que tuvimos en la entrega anterior, El prisionero del cielo, menos espiritual y surrealista que en las dos primeras entregas.
De nuevo recuperamos al querido Fermín, con unas páginas sobre su llegada a Barcelona que son de apreciar por el cariño que le tenemos al personaje, que sigue acumulando peso en la saga, y ganamos dos nuevos roles: el de Julián Sempere y el de Alicia Gris, que tiene mucho que ver con el señor Romero de Torres.
Descubriremos un poco más de la familia Sempere y sus misterios, y conoceremos más víctimas y más verdugos de la política y sus tejemanejes durante y, sobre todo, después de la guerra civil a través de personajes como Mauricio Valls, Leandro o Hendaya.
Recomiendo terminar la saga porque merece la pena conocer el final de la historia y disfrutar de un buen libro como es éste. Si no la has empezado, no lo dejes, porque te alegrarás de pasear por esa Barcelona antigua y gris que nos descubre Zafón a lo largo de estos cuatro libros.
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