El gran logro del autor es fundir la historia real con la novelada, tanto en lo que respecta a las andanzas de Trajano por los reinos de Asia, como en lo que hace referencia a la historia creada en torno a las aventuras de la embajada a China. De hecho, esta segunda narración podría ser una obra en sí misma. Es difícil saber cuándo lees hechos y cuando novela, gracias a la excelente narrativa del autor.
Contribuye mucho también al disfrute de la novela su cuidada edición, en la que no faltan -como en los casos anteriores- los mapas, vestimentas y aperos militares, así como la nota sobre las lenguas más populares en la larga ruta de la seda, que iba desde China a Roma.
Indudablemente, el trabajo previo de Posteguillo ha sido arduo y constante, incluyendo viajes a Turquía y la ayuda de expertos en Sánscrito y chino antiguo. Y se deja notar en el peso de la obra, no tanto real, como literario y en el tiempo de espera que hemos sufrido los lectores que veníamos ya de Circo Máximo.
Lo peor de La legión perdida es que supone el final de una trilogía magnífica que merece tener un hueco en tu biblioteca histórica; en especial, si te gustan las historias de romanos. Te la recomiendo de corazón. Léela y me cuentas.
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