
El tren de los huérfanos es una historia en dos épocas, la actual y la vida de una mujer que transcurre en los primeros compases del siglo XX. El peso de la novela recae en la vida de una mujer anciana y de sus avatares migratorios desde Irlanda, hasta su residencia definitiva en Maine, en la coste Este de EEUU. Su alter ego actual es una adolescente huérfana de padre tras un accidente y de madre, por las adicciones de ésta.
La obra viene a ilustrar esa vida de desapego que sufren los dos personajes, con sensaciones muy similares, si bien con setenta años de diferencia. Indudablemente, estamos ante una novela de mujeres y para mujeres, pero la historia se intuye desde la primera página, se adivina el final y la autora sólo parece rellenar un hueco desde el inicio de la novela hasta el fin. En ese sentido es un poco previsible y recuerda mucho a películas baratas de esas que echan a media tarde para completar la parrilla.
El hilo conductor es un hecho histórico poco conocido en la historia de Estados Unidos y da para una historia intimista y costumbrista, entretenida y femenina, que se disfruta, pero que no debería encontrar sitio en las bibliotecas al no ser tampoco una historia memorable.
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