martes, 2 de enero de 2018

La coronación del Everest, de Jan Morris

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Es el relato del periodista que desplazó el diario británico The Times al campo base del Everest durante la expedición que comandó John Hunt en 1953 y que alcanzó la cima gracias al montañero neozelandés Edmund Hillary y al sherpa tibetano Tenzing Norgay. Como el autor va por detrás de la expedición cuenta cosas que Mi camino al Everest, el relato de Edmund Hillary no explica, pero se centra mucho también en los problemas logísticos de cómo conseguir, no sólo ser el primero en dar la noticia, sino en evitar que otros periodistas se le adelanten, robándole la información.

No es tampoco una obra de o para montañeros. Morris no es más que un periodista destacado en el lugar de los hechos que se adapta a las circunstancias, por lo que no puede acercarse a la acción y contarla de primera mano. De ahí que La coronación del Everest sea más la narración de una parte de la aventura, que una crónica de la ascensión.

La obra es breve y entretenida y recuerda mucho a otros libros de viajes y aventuras en esa época en la que todavía quedaban lugares en la tierra donde el hombre no había puesto el pie: "...aquel primer ascenso de 1953 sigue siendo aún, en mi opinión, una de las más honorables e inocentes de todas las grandes aventuras, que no ha desmerecido con el transcurso de los años", según señala Trefan Morris en el epílogo del libro.

El relato quizás se quede un poco corto como lectura única, pero es complementario con Mi camino al Everest y ayuda a comprender la magnitud de los hechos más allá de la llegada a la cumbre. Es un texto de sabor añejo sobre una época donde las aventuras eran reales y los aventureros tenían por costumbre no traicionar sus valores por las metas individuales. 

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