
La obra está muy bien construida, llena de suposiciones y de verdades a medias, que permiten ir conociendo la realidad de los hechos con el avanzar de la lectura. Dicker administra muy bien la información que a través de Goldman vamos conociendo sobre una desaparición de una joven de quince años y una anciana un día del mes de agosto de 1975. La trama nos lleva de un tiempo a otro con habilidad y nos va desvelando el hilo de los hechos al unir todos los cabos que forman la madeja.
La narración es más que correcta y demuestra la buena mano de Dicker con las palabras. La traducción es buena y pasa totalmente inadvertida. Desde un punto de vista global, se trata de una obra larga, pero no pesada porque está muy bien estructurada y escrita, con un ritmo narrativo alto. De hecho, te deja con la sensación de haber leído una telenovela de intriga por episodios. A mí, me dio un poco de pena terminar el libro, la verdad, por lo que desde aquí no me queda otra que recomendar este libro.